domingo, 23 de noviembre de 2014

Módulo 5 - El galán imperfecto de Nicanor Parra

"El galán imperfecto" de Nicanor Parra 
Una pareja de recién casados
se detiene delante de una tumba.
Ella viste de blanco riguroso.

Para ver sin ser visto
yo me escondo detrás de una columna.

Mientras la novia triste
desmaleza la tumba de su padre
el galán imperfecto
se dedica a leer una revista.
......................


http://es.wikipedia.org/wiki/Nicanor_Parra




Autorretrato
Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.
En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo claes:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!
Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales,
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.





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Versos de salón, de Nicanor Parra 


Es estos versos de entonación ramplona estalla a menudo la chispa poética denunciando al poeta camuflado. Su intención clara ha sido mofarse de los vates degradando la poesía. Pero si la obra es el autor, y en este caso ella la degradada, su trabajo de autrocrítica lo está alcanzando, como lo implica el nombre, solamente él.

Tiene muchos acertijos del ingenio, pero jamás esto podrá llamarse logro poético, como tampoco hay poesía en ningún chiste, por ingenioso que sea. Hay chistes de salón, chistes obscenos, chistes crueles, etc., pero siempre serán chistes, aunque algún ocioso se diera el trabajo de enfundarlos en alguna forma poética. Hace bastante tiempo que se viene diciendo que versificar no es poetizar.
Algunos críticos han dicho que Nicanor Parra trae un poderoso y renovado hálito de frescura a la poesía chilena. Estos juegos pueden tener todo el hálito de frescura que se quiera, pero de poesía, ni un aliento. José Vásquez y Francisco Aguilera, del “New World Writing”, de Nueva York, expresan que Nicanor Parra p-u-e-d-e ser un síntoma de una nueva época en la poesía chilena, pero el síntoma no es la poesía (no dijeron poesía sintomática), luego lo excluyeron automáticamente del Parnaso chileno; a él mismo no le quitaron el título (“has emerged as a poet”), pero sí le quitaron el padrinaje a sus obras.
Un breve análisis permitirá deducir algunas conclusiones que son materia de los siguientes comentarios:
Pág. 7. –“Cambios de nombre”: Es muy ingenioso y sobre todo simpático llamar al sol Micifuz, el de las botas de cuarenta leguas. Pero para llamar a los zapatos ataúdes, hay que pensarlo dos veces antes del “comuníquese, anótese y publíquese”.
Pág. 9. –“La montaña rusa”: Bueno, es muy cierto que se ha cambiado el nombre a las cosas. Los poetas son ahora los tontos solemnes. Allá él si así le parece; y no debiera tener más comentarios. Pero el conjunto siguiente de tres versos lo acusa de soberbio; ¿cómo puede imaginarse que el lector va a echar sangre por boca y nariz porque suba a su montaña rusa?
Pág. 11. –“Viva la Cordillera de los Andes”: Nicanor Parra empieza:
“Tengo unas ganas locas de gritar
Viva la Cordillera de los Andes
Muera la Cordillera de la Costa.

La razón ni siquiera la sospecho
Pero no puedo más:
¡Viva la Cordillera de los Andes!
¡Muera la Cordillera de la Costa!”
Este grito vesánico tiene mucho de simpático y, quién sabe por qué razón, algo de contagioso. Acaso sepa despertar un eco de esa locura de “grado normal”, de la que, al decir de algunos, todos tenemos un poco.
Pág. 15. –“Advertencia”: Aquí recobra Nicanor Parra más cordura. Ya no cree que el lector eche sangre por boca y nariz. Dice:
“Yo no permito que nadie me diga
Que no comprende los antipoemas
Todos deben reír a carcajadas.

Para eso me rompo la cabeza
Para llegar al alma del lector”.
Hasta podría decirse que es todo un poema.
Pág. 17. –“En el cementerio”: Ni poema, ni antipoema; algo absurdamente cruel. Veamos:
“Un anciano de barbas respetables
Se desmaya delante de una tumba.
En la caída se rompe una ceja.
Observadores tratan de ayudarlo:
Uno le toma el pulso
Otro le echa viento con un diario.
Otro dato que puede interesar:
Una mujer lo besa en la mejilla”.
Ojalá hubiera sido gracioso para llegar a chiste.

Pág. 19. –“El galán imperfecto”: Ni cruel ni chistoso. Parece que el autor hubiera deseado que el galán fuese un pícaro irrespetuoso.

Pág. 21. –“Pido que se levante la sesión”: He aquí textualmente transcrita esta colección de siete versos:
“Señoras y señores:
Yo voy a hacer una sola pregunta:
¿Somos hijos del Sol o de la Tierra?
Porque si somos tierra solamente
No veo para qué
Continuamos filmando la película:
Pido que se levante la sesión”.
A esta altura de su montaña rusa ya coincidimos exactamente con el autor. Pedimos también que se levante la sesión.



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